top of page
Vanessa Valencia Marín

No son uno , son dos

Raymunda Pelaya descubrió , la mañana del martes, en el cajón de las herramientas de su

esposo , el dedo gordo del pie de un niño con un letrerito que decía “Si me encuentras a

tiempo, siémbrame en tu jardín , si no , atente a las consecuencias”.

Al Raymunda leer aquél petrificante testamento… ¿De muerte? Su cara era la clara

representación de la máscara mortuoria de Dante Alighieri. Seriedad , fue todo lo que pudo

sentir y entendía perfectamente porque .Conocía a su esposo y sabía que esto era justo lo que

haría , el tipo de ciencia que él trataba era una de las mas grandes genialidades y a su vez el

elemento perfecto para la destrucción mundial. No obstante, a pesar de su trabajo como

científico no recordaba con certeza el propósito de lo que encontró dentro del cajón. La

verdadera pregunta era ¿Para que?

Raymunda no solía meterse en los experimentos de su esposo , el más peligroso que recordaba

fue el de la antimateria , el hecho de que un solo gramo de antimateria al chocar con materia,

podría causar una explosión casi igual al de una bomba nuclear. Sin embargo, sentía que debía

saber de que se trataba este proyecto y el porqué compromete a un niño ¿Qué tenía de

peligroso un dedo? Nada, claro, pero verdadero el peligro está en la mente y lo que esta puede

crear.

Raymunda no tenia ni idea de donde comenzar su búsqueda -Sherlock Holmes ya sabría que

hacer- pensó , y creyó saber que haría su personaje literario preferido. A su vez no podía

preguntarle a su esposo sobre la situación, todos los días llegaba del trabajo exactamente a las

7:00pm. Por ende decidió ir al sótano. Se sintió extraña al descender por las viejas escaleras de

madera, la ultima vez que intentó bajar, eran las 6:59pm hace unos días, pero no recuerda que

hizo ya una vez abajo.

-De pronto tengo lagunas mentales por el estrés- se dijo a sí misma.

Comenzó a rebuscar en el pequeño laboratorio que tenía en frente. Líquidos y más líquidos de

colores extravagantes y opacos, ninguno le pareció fuera de lo común … menos uno. La

sustancia cambiaba de color pero ambos parecían uno solo, una misma sustancia, con dos

colores totalmente distintos. Sorprendentemente sintió un calor que le penetraba por la piel,

en cuestión de segundos soltó el dedo del niño que llevaba en la mano.

-Está… ¿Brillando? – dijo

Notó como los colores de la sustancia eran los mismos a los del dedo del niño - ¿Estarán

conectados? – pensó. Sin darse cuenta ya eran casi las 5:00pm de aquél frio martes, sintió un

impulso excesivo de salir corriendo de ahí , sin más, dejó el dedo sobre el pisó y subió.

Al llegar a la parte superior de la casa, sentía que debía saber más, quería saber más, no podía

seguir en la oscuridad de la información. Corrió hasta el despacho, al entrar todo se encontraba

ordenado como de costumbre, sintió nauseas una parte de ella no sabía que sucedía, otra le


decía que ya todo acabaría pronto. Busco por más de una hora sin encontrar algo distinto, hasta

que intentó abrir un cajón en la parte inferior del escritorio, sin embargo estaba cerrado con

llave. Intrigada cogió dos pinzas de pelo y abrió el la vieja y pequeña cerradura. Se esperaba

encontrar algo del niño pero lo único que vio fueron frascos de medicamentos -Para qué

medicamentos si él no está enfermo- pensó-y claramente son para él , tienen su nombre en la

prescripción-. Comenzó a leer los nombres. Todos eran medicamentos antidepresivos,

estabilizadores del estado de ánimo, antipsicóticos y ansiolíticos. No obstante, ninguno de los

frascos estaba abierto – ¿No se los debería tomar?- se dijo. Raymunda miró la hora, eran las

6:58pm-. Cerró el cajón, salió del despacho y se dirigió a la cocina. Al entrar su visión se nubló y

sus recuerdos se apagaron.

Héctor siguió su camino hacia la cocina , se sirvió una taza de café caliente y bajó al sótano.

Miró la sustancia que cambiaba de color, aquella que se demoró mas de una década en

componer y por fin lo había logrado, aquella sustancia que lo curaría.

-Ya no seré un enfermo-, se dijo.

Bajó la mirada al suelo y percibió el dedo que había impreso en la Impresora 3D de tejidos que

mantenía fuera del alcance de su hogar.

-Ay Raymunda- dijo- poco a poco supe que estabas en mi , fuiste el lado bueno y psiquiátrico

de mi mente , tuve que crear el dedo y escribir aquél mensaje para que supieras lo que te

esperaba. Nunca te olvidaré pero tengo que dejar de ser un enfermo mental y solo mantener

una personalidad-

Se levantó, agarró con sus dedos temblorosos el frágil frasco resplandeciente y se lo bebió

hasta la última gota.

2 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Sofoco

댓글


bottom of page