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Antonio Ochoa Velásquez

No eres tú, soy yo

Siempre fui el introvertido, el apagado, nunca pensé que lograría nada, pero

Thomas, él no era así, era intrépido, valiente, sabía conversar, todo era una

aventura, los viajes con él, las pláticas, eran algo que me encantaba. Cuando ya

habíamos tenido muchas aventuras, él me impulsó a más, ya era locura, pero me

encantaba; le lanzábamos piedras a los carros, robábamos todo lo que estuviera a

nuestro alcance. Aunque nadie nos veía haciendo estas cosas, siempre que iba con

él la gente me juzgaba, me miraban raro, pero nada nos detuvo, ni siquiera cuando

pasamos el nivel moral, comenzamos a degollar perros, gaviotas, todo lo que estaba

en nuestro alcance, pero todo tiene un límite, o eso creí. Cuando Thomas y yo

asesinamos a una persona, fue tan especial como me imagine, cada gota de sangre

me parecía espectacular, pero el miedo pudo conmigo y escapé.

Poco después conocí a alguien, una chica que me hacia reir, era hermosa, se

llamaba Ana, pude dejar todo atrás, y solo pensar en ella, estuvimos juntos por un

tiempo, pero a Thomas no le agradó, y me dio una visita. Con un arma en sus

manos Thomas tiró la puerta, gritó mi nombre y dijo que había venido a matar a Ana, ella

estaba demasiado confundida así que para protegerla la encerré en el closet. Me

escondi detras de la puerta de mi habitación, y esperó; paso tras paso escuchaba

cómo venía, cómo se acercaba, cada pisada de él era una gota de sudor en mi

rostro, y de repente dejó de caminar, vi que asomó el arma, lo agarré con todas mis

fuerzas, con un puño le quite el arma y lo cogí del cuello, lo tire al piso y lo comencé

a asfixiar, pero él no intentó quitar mi mano de su cuello sino que cogió el arma. Por

el ruido Ana se asomo pero Thomas le disparó; solté un grito y apreté más duro su

cuello, él, rápidamente, me apuntó, yo lo vi e hice un giro para que no me pudiera

dar, pero disparó... Quedé impactado y no sabía que había pasado, entonces sentí

que algo chorreaba por mi hombro, miré a Thomas y vi que tenía un hoyo en la

cabeza, falló el tiro. Con el corazón en la mano fui a ver a Ana, ya había fallecido.

Me quedé llorando y cargando su cuerpo hasta que la policía llegó.

Cadena perpetua, así me condenaron, pero eso no fue lo peor, lo peor fue que me

llamaron por mi nombre, me llamaron... Thomas



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