Raymunda Pelaya, descubrió la mañana del martes, en el cajón de las herramientas de su esposo, el dedo gordo del pie de un niño con un letrerito colgando de una cuerda que decía:
«Si me encuentras a tiempo, siembrame en tu jardín, si no, atente a las consecuencias».
Raymunda y su esposo llevaban poco tiempo de casados, eso le hacía preguntarse cosas como: “¿y si mi esposo es un asesino? ¿y si nos casamos antes de tiempo? ¿Qué es lo que haré?”. Estaba muy nerviosa y angustiada, no sabía qué hacer, ¿sembraría el dedo? Raymunda estaba en una encrucijada. Tenía un serio problema...¿Y su esposo también?. Unas horas más tarde, decidió que sembraría el dedo, por más desagradable que fuese, lo hizo.
UNA SEMANA DESPUÉS…
Del dedo que sembró hace unos días, había crecido una planta de un metro y medio de la cual crecía un único fruto, que era como un capullo que palpitaba, tenía unas hojas de un color rojo intenso y eran del tamaño de un gato muy grande. El fruto comenzaba a brillar fuertemente y a encandilar todo. El fruto medía un metro treinta y cada vez se hacía más grande (y para Raymunda, también más asqueroso).
Pasaban las horas, los días, las semanas y el fruto crecía cada vez más y más y Raymunda seguía regandolo con 2 gotas por día hasta que...
UN MES MÁS TARDE…
El fruto tenía apariencia de que iba a estallar en cualquier momento; cuando se abrió, Raymunda le iba a poner las 2 gotas diarias, y, lo que pasó fue que de él salió su esposo. La mujer, sorprendida, parecía dudosa de si abrazarlo o no, en vez de eso lo llevó dentro de la casa y le hizo muchas preguntas, de las cuales casi todas eran acerca del dedo del pie.
Pero algo raro pasaba, que después de 2 meses de hablar, pasear, ver tv, y disfrutar con su esposo, él se convirtió en un niño, después de unos minutos desaparecía casi todo, menos el dedo gordo del pie.
UN AÑO DESPUÉS...
A Raymunda, ya no la asqueaba eso de tener que sembrar un dedo gordo del pie de un niño, porque lo hacía cada 3 meses y siempre tenía la oportunidad de ver a su esposo si quería y también pasar tiempo sola, y eso le gustaba, poder ser feliz en compañía o sin ella; estaba encantada con ese nuevo estilo de vida. Así que, si algún día te encuentras con el dedo gordo del pie de un niño, siembralo cuanto antes, porque sino, quizás no vuelvas a ver a un ser querido.
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