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Maria Paula Rodríguez Espinosa

Baile de terror

Julio 2005

- Y esa noche estrellada, solo podía pensar en los bailes, las sonrisas, las caricias y su olor.

Esperando que alguna noche acostada debajo del infinito cielo, pudiera llevarme con ella.

Mayo 2010

- La noche esta para contar historias de terror ¿No crees Julles? ¿Qué dices si nos cuentas

una?- dijo con curiosidad - Claro, no es mía esta historia, pero es una historia interesante – de

fondo sonaba “Home” de Edith Wiskers mientras recordaba la historia. (De hecho la nuestra.)

(Empieza a relatar la historia)

Era un 22 de abril de 2001...

Fuimos con mis amigos a un bar cerca de mi casa. El bar era un poco pequeño, con luces neon

y ambientación gótica, música de todos los tipos en cada rincón del bar y un barman bastante

guapo. Íbamos los cuatro. Julia, Edward y Johnny, los cuatro somos amigos desde que

tenemos memoria. Johnny pidió cócteles de cereza para todos y mientras sonaba “Till forever

falls apart”, la vi.

Tenía el pelo ondulado rubio, los ojos un poco achinados, los labios delgados pigmentados de

un rojo cereza, tenia una sudadera de Nirvana y encima un enterizo de jean. Cundo la vi no

podía creer la belleza que tenia y como podía ser real. Julia vio como la miraba y poco a poco

acercándose a mi, me empujo hacia ella. No pude reaccionar para evitarlo así que caí sobre

ella, nos caímos y de alguna forma termine encima de ella. Me levante rápidamente,

ayudándola a levantarse y pidiéndole perdón. Aunque no me podía ver frente a un espejo sabia

que estaba a estallar de lo roja que me había puesto, casi no me salían las palabras.

- Per... pe.. per... dón, no fue intencional, mis amigos estaban jugando y...- me interrumpió su

suave voz. - No te preocupes, ¿estas bien?- dijo como si hubiera sido su culpa. - Eso debería

decírtelo yo a ti - dije con nervios.

Ella con unas risas respondió que no importaba. Le invite un trago en forma de disculpa y nos

quedamos hablando toda la noche. Era británica y estaba en Pensilvania para cuidar a sus

sobrinos pequeños: Jane y Peter. Se llamaba Ema, parecía que entre más cerca tenia sus ojos

era más hermosa. El barman nos dijo que ya tenia que cerrar, puesto que ya eran las 4 de la

madrugada.-

- Chicas, necesito que se retiren, ya es muy tarde. - dijo con una sonrisa picar

- Claro Joe, nos vamos. – le devolví la mirada.

Salimos del bar y la acompañe a su casa. Ya no puedo recordar de cuantas cosas hablamos

pero recuerdo que entre más pasaba el tiempo más parecía que la conocía desde siempre. Nos

dimos nuestros números para seguir en contacto.

5 meses después

Hablamos a partir de ese día, cada momento y cada segundo que parecía importante de

nuestras vidas hablábamos y cada vez nos hicimos más cercanas. De Ema todos los días me

enamoraba más, pero aunque conocía o parecía conocer todo sobre ella, había algo que no

lograba descifrar. Siempre que estábamos juntas parecía que algo la atormentaba, no era

capaz de mirarse al espejo o ver su reflejo. Algo la espantaba trataba de ayudarla. Evitaba el


tema. Ema me preocupaba, sabia que había algo que no me terminaba de decir.

Estábamos en su departamento queríamos hacer una pequeña cena romántica. Su casa no se

parecía en nada a la mía, yo literalmente vivía en medio de un bosque con una pequeña laguna

en su exterior. Ema decía que le encantaba, pero nunca fue capaz de mirar la laguna, no podía

estar cerca de ella.

- Ema, hay algo de lo que tenemos que hablar. - dije con preocupación.

- Dime hermosa Julles, ¿De que quieres hablar? – dijo con su voz dulce sentándose a mi lado.

- ¿Por qué nunca miras tu reflejo? - dije en un tono delgado. Ella bajo la mirada.

- Nunca lo conté Julles, es algo que nadie sabe pero creo que es hora de que alguien lo sepa. –

se le entrecortó la voz y la tome de la mano. - Julles, antes tuve una pareja, él murió. Nosotros

nos conocíamos de toda la vida, era mi mejor amigo, nos íbamos a casar pero yo sabia que

había algo en mi que no estaba segura, que no quería y se lo dije. – hizo un largo silencio - Él

salió del auto muy enojado y no se como, no se por que... - quebró en llanto.

- Oye oye... tranquila... Todo esta bien, esta bien si no quieres continuar.

- Un camión no lo vio y él... él murió enfrente de mi - dijo ocultándose en mis brazos - Yo no

dejo de culparme todo el tiempo , si no hubiera sido por mi...

- Hey - dije cogiendo su mandíbula dirigiéndola a mis ojos - Tú no tienes la culpa, son cosas

que pasan y no tendrías forma de saberlo... no hubieras podido.

- Desde ese momento él... él solo aparece detrás de mí. Es una sombra negra con ojos

encendidos de fuego... y yo... yo no se como dejarlo ir. Cuando estamos en tu casa, él se

sumerge en la laguna y sale poco después para estar ahí, ahí volviendo a consumirme, siento

que en cualquier momento te hará daño o a cualquiera... – lloró

- Rubia mírame. No hará nada yo estoy aquí, sigo aquí- hice una pausa- ¿Él está aquí?- miró

detrás de mi y cerro los ojos.

- Si, él está - dijo con miedo – me acerque a ella, la mire a los ojos y la besé

- ¿Sigue aquí? – dije susurrándole en los labios.

- Ya no está. – dijo con una sonrisa delgada apoyada en mi frente. Sonreímos y pude ver la

tranquilidad en sus ojos mirando a los míos. Tenerla conmigo parecía un regalo que no

merecía, pero ella allí estaba conmigo y estábamos juntas. Ambas sabíamos que eso era lo

único que importaba, que estaríamos bien.}

Unos meses después decidimos ir a mi casa con sus sobrinos a ver películas, a jugar con tierra

y a hacer postres llenos de azúcar (aunque después la energía de los niños seria inagotable).

Jugamos con la flores de mi jardín y plantamos una flor de luna, que solo florece en la noche

cuando hay luna llena, esa seria nuestra flor.

Mientras hacíamos galletas en la noche estaba sonando “boys don ́t cry”, la agarre de la cintura

y la lleve a bailar conmigo, agarradas de las manos empezamos a saltar y a gritar la canción,

cantándola a todo volumen mientras todo lo que parecía ajeno a nosotras no importara, como si

solo ella y yo existiéramos en esa cocina y como si ese baile curara todas sus heridas y

cumpliera todos mis deseos.

Estábamos riéndonos cuando sonó un grito, ambas quedamos tiesas del miedo. Ema corrió a

la sala para ver que había pasado. La vi tiesa parada viendo algo que aun yo no podía ver, me

asome más para saber que estaba pasando y vi la sombra que ella describió. Era un hombre

alto, su sobra era negra y lo único que resaltaban eran sus ojos llenos de llama, te miraban

intensamente sin apartar la mirada de ti. Tenia a Peter entre sus brazos, solo lo estaba

cargando, inmovil. Jane estaba llorando y apenas la vi la puse detrás de mi.

- Ema, no te atrevas a hacer nada. - le dije como si aquella sombra nos escuchara.

- Julles, perdón. – me susurro casi en forma de un suspiro.

Me miro a los ojos y mientras la sombra se iba dirigiendo poco a poco a la laguna llevándose a

Peter sin mirar atrás. Peter no podía desatarse de él y cuando el agua ya estaba llegando a su

cuello, Ema gritó sin saber lo que decía y de tanto suplicar y gritar que lo soltará, sin remedio

dijo lo único que cruzo por su mente en ese momento.


- Me casaré contigo, vivirás en mi y yo te dejaré entrar en mi alma. – la sombra se detuvo se

dirigió a ella y soltó a Peter. Peter corrió hacia mi, lo abrace y lo cargue a mi pecho mientras

Jane estaba abrazada a mis piernas.

La sombra se dirigió hacia Ema extendió sus brazos hacia sus mejillas. Las lagrimas no cabían

más en mi ojos. En ese momento podían arrebatármela y no podía hacer nada para salvarla.

La sombra y Ema se quedaron mirándose, la sombra se puso recta y atravesó el cuerpo de

Ema, pero no salió de el. Ema y la sombra en ese momento se volvieron uno, su alma y la de

ella ahora eran una.

Deje a Peter en el suelo y corrí hacia Ema cogiéndola de la cara mirándola a los ojos, sus ojos

había cambiado, mientras uno era café el otro era verde. Lo único que pude hacer fue

abrazarla y no dejar de llorar, ella se dejo abrazar, les pidió a Jane y a Peter que nos

acompañaran, eso nos tranquilizó. Después de esa noche Ema se volvió más sombría, pero

seguía siendo ella, seguía siendo la dulce Ema que vi por primera vez.

Dos años después decidimos irnos a vivir juntas, lejos de aquella casa y esa laguna llena de

terror. Pasamos los más felices tres años de nuestras vidas. Tuvimos una jardinería juntas y

vivimos en un apartamento pequeño tenia una cocina gigante como la que ella soñaba desde

siempre. Nos reuníamos con sus amigos y los míos casi todos los viernes, en mayoría de las

veces en el bar en el que nos conocimos.

Un día mientras yo cocinaba su plato preferido, ella llego de la jardinería con una plantica. Me

pidió que la revisar saque la planta y revise su raíz que era el origen del problema. Había un

anillo. La miré en busca de respuestas.

- Eres el amor de mi vida, mi mejor amiga y mi más grandiosa compañía y no se cuanto tiempo

nos queda, pero se que todo el que sea lo quiero pasar contigo. – dijo con una sonrisa. Corrí a

abrazarla llorando.

Desde el día que su alma se volvió de alguien mas, ambas sabíamos que en algún momento la

sombra que tanto la atormentaba y ahora estaba en ella, se la llevaría. Al día siguiente me

desperté y no la vi, no la encontré en toda la casa, yo en lo más profundo de mi ser sabia

donde estaba pero no quería aceptarlo. Había una nota.

Julles, No puedo permitirme hacerte daño, no puedo permitir que esta sombra te lleve.

Terminaré esto, perdóname. Te amé más de lo que un ser humano amaría a otro. Por siempre,


Ema.


Julio 2005

Fui a la laguna de la vieja casa, me sumergí en ella y allí estaba mi dulce Ema, ahogada por

ese cruel ser, estaba pálida, fría, inerte, con sus hermosos ojos abiertos y yo no pude hacer

nada. Salí del agua y grité como nunca lo había hecho mientras mis lagrimas caían sin parar.

Ahora, siempre espero a las orillas de la laguna, esperando si en algún momento la sombra me

quiere llevar con ella, allí estaré y así poderme rencontrar con Ema.

Mayo 2010

- Julles, esa historia no es de terror es de amor. – dijo Jane mirandome. Me despedí de ellas y

fui a ver el cielo estrellado de esa noche. Ema esa noche estaba conmigo.

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