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  • Pablo Andrés Bolívar Bernal

Ubre Blanca

Todos conocemos a Fidel Castro, dictador de Cuba hasta el año 2016; el caso es que a Castro le gustaban tres cosas: El comunismo, Cuba y, maldita sea, al hombre le encantaba la leche.

Se dice que Castro llegaba a consumir más de diez bolas de helado después del almuerzo, pero ahí no termina la cosa, su amor por la leche se reflejó en su gobierno y en su diplomacia llegando a discutir con el primer ministro francés por no querer admitir que el queso cubano era igual o mejor que el francés.

La obsesión de Castro por la leche no podía quedarse en un placer personal y entre los años 60 y 70 mandó a construir una tienda de helado; pero no era la tienda que encuentras en un centro comercial: construyó todo un cómplex que ocupaba varias cuadras y era una pieza de arquitectura moderna de la época que hacía un violento contraste con el cuadro de la Habana, lo llamó Coppelia y sigue abierto hasta el día de hoy.

Tomada de Pinterst.com

A finales de los 70 Castro quiso impulsar la economía cubana incitando a su vez la economía lechera. El problema de Cuba en este aspecto eran las vacas, las vacas cubanas solo eran para producir carne, por lo que Castro importó vacas desde Canadá; estas eran las típicas vacas lecheras gordas, blancas y negras, eran ubremente superiores, el problema era que estas no estaban acostumbradas al calor del Caribe por lo que se estresaban bastante y no producían lo suficiente por lo que Castro inició un plan para crear ecosistemas artificiales que funcionaron, pero igualmente, las vacas seguían estresadas. Castro, al ser el astronauta que era, no se dio por vencido en su búsqueda de la Vía Láctea, Castro ordenó a científicos engendrar vacas cubanas con las canadienses de forma que crearan una raza superior que resistiera la temperatura y produjera la leche que se requería; obviamente falló, pero hubo una vaca que cumplió con las expectativas de Castro y recibió el nombre de Ubre Blanca, esta vaca producía leche que batía records mundiales.

La euforia de Castro ascendía tan rápido como un misil. Decir que Castro fue balístico seria infravalorarlo, Castro fue intercontinentalmente balístico. Los indios nunca llegaron a tener el nivel de adoración que Castro tuvo por una sola vaca. Finalmente Ubre Blanca murió. Castro nunca se dejó honrar con una estatua en su vida, según Castro, “los que rigen son hombres y no dioses”, pero en 1985 mandó a construir una estatua de mármol en memoria de la vaca.



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