top of page
Susan Sánchez Jurado

Unas cuantas ideas peligrosas



Quizá todo lo imaginable hoy era lo opuesto tiempo infinito atrás. Supongamos, o demos por seguro para comenzar a dibujar un poco cualquier cosa que todo simplemente ya está hecho. Que no hay tal cosa como algo nuevo, que para un sujeto verdaderamente honesto la novedad es inexistente. Y entonces comprendamos que crear es solo el arte de mezclar, de dar una actuación conjunta. En este caso, se podría pensar en una verdad universal muy escondida, que se va descubriendo de a pocos, y que lo aun oculto es fácilmente descartado, llamado milagro. Pues un genio ya es solo quien sabe buscar, y encuentra.


Hace algunos -muchos- años, con la mitad de herramientas actuales, y de forma rudimentaria, se encontraban el doble de respuestas, observando. La vida se cae de tanto vivir.


Entre cuentos de jirafas que antes eran caballos, y opositores equivocados, todos venimos de lo mismo. Aclarar que la evolución no necesariamente es positiva se vuelve más útil al minuto. Honestamente nombrar a este otro viejito barbudo, pero calvo, como al pasado ha de ser triste. No puedo aprovecharme de su frágil existencialismo, de sus lágrimas regadas, de su falta de pasión, de su deseo íntimo de saltar a dios y dar su vida por completo. No lo puedo tildar de redundante, no lo puedo tildar de hablador. Seguro veía perfectamente a las cucharas, y no encontraba remordimiento. No lo puedo culpar de creyente. Ni encontrar utilidad de su alma abatida, llena de gracia para las figuras literarias que se dan en armonía. De solo andar diciendo tantas tonterías mi vida estaría acabada. Pobre de mi, pobre sea mi alma inexistente para un viejito barbudo muerto.

Por otro lado, tampoco he de llamarlo ayudante de los pobres, criticado por los ricos, ni le puedo reprochar que por su culpa un sujeto de palitos con nombre genérico no encuentre vida ni consuelo sino en comer vaquitas de palitos. Tampoco se le puede dar el privilegio de ser seguido por grupos idealistas altamente criticados por la derecha igual de peligrosa. Ni de un supuesto sueño extinto, de rojo desteñido.

En conclusión, no tiene las fallas de fondo con las que cuenta un filósofo común, famoso. No se ocupó en ser uno . Era científico, éxito frio de un humanista sangrante. Lo estoy castigando mucho, la literatura anda en los árboles, y en los primates. Acaso, existe Tarzán.

Lastimosamente, mi alma empobrecida es rencorosa, y el espíritu crítico deseoso de ser corriente, dice que todos nos equivocamos. Aquí va la siguiente historia

No había una vez, puesto que ya todo está dado, y la evolución más la enfermedad, esto que yo cuento ya ha de pasar repetidamente. Como hablo yo hoy de ciencia más allá de sumar dos y dos, sustituiremos como en una ecuación narrativa por un solo humano llamado X, más profesional.

X dentro de su genialidad diversa y observadora encuentra que no es un regalo de el señor todopoderoso, y que unos bichos peludos con dedos pulgares son bastante parecidos. Esto le parece curioso, y dedica una de sus vidas a estudiar otros bichos con bichos que se asemejen. Descubre que en realidad es primo perdido de todos estos bichos imitadores. Se siente ya superado, y dictamina que los más fuertes son los verdaderos, los merecedores de quedarse siendo él en varias versiones. Y quien no sobreviva a esta oleada competitiva, pues es invitado a quedarse en la tierra del olvido. Porque ya he dicho, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo soporte. Los cortos de vista, los débiles, los de cuello cortito, todos dados a la nada. Pero X, como es todos y no uno se da cuenta de lo doloroso que es cargar con el conocimiento de que las jirafas de cuello corto ya no embellecen el infortunio. Crea pociones mágicas, para los malos, crea el pesar. La empatía. Y en pocas palabras la evolución cruel de Darwin es vencida por el pesar de toda la humanidad, que en otros términos es la medicina moderna. La humanidad siempre ávida en tirarse la bata de cuadros. Tal vez por eso estamos, como estamos. Pero mira… está de moda apoyar al desconocido.

TEXTO POR SUSAN SÁNCHEZ JURADO.

Imagen tomada de google.com





50 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page