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Una habitación propia. 

Este libro fue escrito en 1929, hace casi un siglo, en el que hablaba de las problemáticas de las mujeres, en su época y en el pasado, reflejadas en la literatura. 

Al leerlo tuve emociones encontradas, por una parte triste por toda nuestra historia tan dolorosa llena de misoginia y pocas oportunidades para las mujeres, pero la comparación con la actualidad era tanto esperanzadora como decepcionante. 

 

Y en este ensayo voy hablar como mujer sobre las mujeres porque llevamos toda la vida hablando de hombres porque en mis últimos grados solo me han enseñado sobre ¿dos? mujeres escritoras e innumerables escritores hombres, y no es un acto de odio, es un acto de reconocimiento y de amor por mi género, por mi lucha.

 

Esperanzadora porque ahora tenemos muchas más oportunidades, derechos y el movimiento feminista ha logrado mucho por nosotras, por nuestra libertad y posibilidad de elegir; porque ahora es mucho más fácil que nos dediquemos a lo que queramos, aunque aún existan limitaciones sociales, y todo eso no lo ha dado el feminismo. 

El feminismo nos ha dado la posibilidad de elegir, podemos ser mamás y quedarnos en nuestro hogar o trabajar y perseguir nuestros sueños laborales. Ha buscado que según nuestra elección podamos subsistir por nuestra cuenta, que no debamos depender de nadie más y podamos ser dueñas de nuestra historia. 

Sin embargo, aún le falta un largo camino a la lucha para erradicar tantos sesgos sociales que han sido aprendidos de generaciones anteriores.

 

Aún se necesita el feminismo porque sigue existiendo la violencia en contra de las mujeres solo por el hecho de ser mujeres, pero primero se debe reconocer qué tipo de violencias existen porque no solo es la física de una pareja abusiva; está la económica que intenta controlar los recursos financieros para impedir su acceso; la psicológica que se se basa en intimidación, amenazas o aislamiento de su vida cotidiana; la emocional que puede ser destruir la autoestima de la víctima o abusarla verbalmente; la física de la que se cree que son solo golpes, pero también es empujarla, quemarla, denegarle atención médica u obligarle a consumir alcohol o sustancias psicoactivas; por último la violencia sexual y he visto que por esto solo se entiende por violación con penetración, pero es cualquier acto sexual no consentido, entre lo que es tocar genitales, pecho o glúteos, insertar algo en cualquier parte del cuerpo, mostrar imágenes con contenido sexual (hoy en día muy conocidos como dick pics no solicitadas) y claramente obligar a tener relaciones sexuales sin consentimiento explícito. 


 

Y hablar de consentimiento explícito es otro tema importante porque el consentimiento no se da cuando la otra persona está dudosa si quiere continuar con el acto sexual, si se queda callada, si está bajo los efectos del alcohol; y también se puede dar el consentimiento, pero en cualquier momento se puede arrepentir y no escucharla también es violación.

 

Se sigue necesitando el feminismo porque estamos cansadas de ser acosadas en la calle desde temprana edad, en mi caso desde los 13 años, mientras que los excusan como cumplidos, porque nos drogan cuando estamos en fiestas, porque en Colombia van 525 feminicidios en lo que va del 2021 y 31 asesinatos de mujeres trans, porque aunque el aborto ha sido parcialmente despenalizado se nos sigue juzgando y culpabilizándonos por nuestras decisiones al respecto. 

No me voy a extender más en el tema del feminismo actual porque espero  hablar de él más al fondo en mi próxima práctica literaria, pero en situaciones de peligro las víctimas pueden contactar a la Línea Púrpura 018000112137, al whatsapp 3007551846, a la Línea Nacional 155 o a la Línea 123 Mujer para Antioquia.

 

Una habitación propia mientras hablaba de todas las autoras que fueron burladas, que utilizaban seudónimos de nombres masculinos y que se enfrentaron a una sociedad para el hombre con las críticas y la frustración, me hizo recordar a Antonia Brico, una directora de orquesta contemporánea de Virginia. 

Su historia es como la de casi todas las mujeres artistas de esta época, tenía una pasión que trató de desarrollar y la sociedad trató de frenarla. Mientras estudiaba piano su maestro se insinuó sexualmente y por su rechazo trató de hacerla ver como la poco profesional, pero nada la detuvo, cumplió su sueño de ser directora de orquesta, fundó la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Nueva York, fue la primera mujer en dirigir las orquestas de Berlín y Nueva York, y se dedicó a luchar en contra de los prejuicios a las mujeres.

 

Esta obra también me generó agradecimiento y cuestionamiento. Agradecimiento porque ella fue una de las bases para que hoy yo pueda decir que quiero dedicarme a la escritura, que aún puede sonar loco; pero ya no lo es por mi género, puedo escribir sobre lo que quiera, si desarrollo mis conocimientos puedo escribir científicamente, puedo escribir poemas, novelas , ensayos o teatro con mayor aceptación social; que tengo mi habitación propia y ella de alguna manera me la dio.

Y el cuestionamiento y reflexión porque no creo tener una mente andrógina y puede que no llegue a tenerla porque lo que presentaba Virginia se asemejaba a lo no binario, algo muy avanzado y polémico para su época, y es que ella estaba dos pasos adelante hablando del feminismo, de la identidad de género, de la bisexualidad y afrontando tantos retos sociales y de su propia salud mental; pero volviendo al tema, no sé si llegue a ser totalmente neutral en mi escritura, me gusta tomar posiciones y escribir sobre ellas, me gusta visibilizar lo que es ser mujer porque amo serlo porque como decía Virginia; no necesito ser como los hombres, nosotras somos diferentes y nuestro arte también lo refleja, no es lo mismo vivir siendo mujer que siendo hombre, no tenemos los mismos obstáculos, no se nos mide con la misma vara, no tenemos las mismas problemáticas, y nosotras somos igual de capaces de plasmar nuestras realidades con una voz poderosa, porque lo somos.

Ensayo para PL de Isabella Arengas. 

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