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Bajo libertad condicional.

 Isabel Hernández Tabares 7º

En Colombia ya llevamos casi dos meses en cuarentena.  Antes de que llegara el coronavirus yo creí que nunca tendría que vivir una epidemia como esta.  Aunque comparados con las pestes de la Edad Media tenemos la ventaja de mejores medicinas y tratamientos médicos, millones de personas han muerto por una enfermedad que teniendo el anticuerpo adecuado se podría tratar fácilmente.

 

Por mi parte agradezco al cielo no haberme contagiado de coronavirus y agradezco también la responsabilidad que mi familia y yo hemos tenido durante el aislamiento.  Debo admitir que el encierro puede llegar a ser estresante y caótico emocionalmente, pero no es lo más difícil del mundo, ¡estoy con mi familia y tengo paciencia!  Actualmente nos podemos mantener comunicados e informados con la familia, pero en la antigüedad un momento así sería angustiante sin tener noticias sobre familiares y amigos.

 

A veces parece como si la pandemia estuviera en el mundo desde hace años, otras veces parece irreal o momentánea, como si al despertar al día siguiente todo volviese a la normalidad.  De lo más difícil ha sido adaptarse a este nuevo estilo de vida, es un cambio radical de salir a estudiar, al supermercado y al cine, a permanecer en casa.  Lo difícil ahora será retomar la cotidianidad que teníamos anteriormente.

 

Puedo sentir que el tiempo pasa volando, pero al siguiente instante parece que para.  La vida continua, pero no la puedo vivir de la manera que quiero y sin embargo el mundo sigue sin mí y sin el resto del mundo.

 

La epidemia me mantiene presa.  Cuando se cumpla esta condena que parece interminable estoy dispuesta a ser responsable con mi salud, pero a la vez voy a viajar, a probar cosas nuevas, a recorrer el mundo antes de perder mi próxima oportunidad.  Cuando alguien dice “la vida es demasiado corta para no pasarla bien” tiene un buen punto, la vida puede darme pocas oportunidades, debo aprovecharla para divertirme.

 

Tengo ganas de poder salir, extraño mi colegio, la bolera, los parques, los centros comerciales y todos los momentos que vivo por allí.  Por eso, ya que el gobierno me permite salir bajo libertad condicional, aprovecho para caminar por mi barrio disfrutando de mis salidas antes de volver a mi casa.

 

Lo bueno es que tengo a mi mamá, al resto de mi familia, un par de rompecabezas y libros, lo que me entretiene un montón.  Claro, a veces el encierro desespera mucho, pero no es nada que no se pueda cambiar.

 

Si dentro de unos 20 años un niño de mi edad leyera esto ¿qué pensaría?: “De seguro exagera” o “por suerte eso nunca me pasará a mí” o “no puede ser tan malo”; yo hubiese pensado algo similar, pero todos los que han pasado esta cuarentena conmigo me entenderán.  Morir en cuarentena sería horrible, y aunque vivir durante esta tenga sus retos, al menos sé que saldré adelante.

 

2 de junio de 2020

Uff, ser mamá en cuarentena

Por: Natalia, mamá de Isabel Hernández Tabares

Ser mamá siempre ha sido un trabajo de tiempo completo, además de demostrar lo multifacéticas que podemos ser; pero ser mamá en esta cuarentena ha sido un nuevo reto.

 

Como mamá siempre he tenido que desempeñar muchos roles: cocinera, chofer, enfermera, etc., pero nunca me imaginé los nuevos roles que he asumido en esta “nueva normalidad”, algunos ejemplos son:

 

Mamá jefe del departamento de sistemas: ahora que mi hija tiene educación virtual es indispensable garantizar la conectividad, la mamá encargada de los sistemas escuchará varias veces el requerimiento de su cliente: ¡MAMIIIIIIIIIII, se desconectó! ¡MAMIIIIIIIIIII, no carga! y todas las diferentes modalidades de la queja.

 

Mamá jefe del departamento de cafetería: antes solamente empacaba la lonchera o le daba el dinero para comer en el colegio, ahora como encargada de la “cafetería” tengo que tener el almuerzo a la 1:00 en punto porque a la 1:30 vuelve a comenzar taller; refrigerio 3:00 en punto porque vuelve a comenzar taller a las 3:30.

 

Mamá encargada del departamento de papelería: desde tener disponibles cartulinas, blocks, escuadras, compás, etc.; hasta prestar diariamente el servicio de scanner, fotocopias, impresiones, etc.

 

Mamá jefe del departamento de producción audiovisual: como parte de las nuevas tareas está el ser camarógrafa, editora y productora de los vídeos con los que mi hija documenta su trabajo escolar.

 

Cabe anotar que se han incrementado las horas de los roles “tradicionales”, tales como psicóloga, asesora de imagen, terapeuta ocupacional, recreacionista, etc.

 

Pero sin importar lo difícil que parece la situación creo que al pasar el tiempo recordaré esta época con amor, porque siempre podré contar cómo fui parte de la cotidianidad de la vida de mi hija y con mucho amor, besos, abrazos, imaginación y sentido del humor le ayudé a salir fortalecida de esta experiencia.

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