Aprender a inhalar y a exhalar.
Valentina Galvis 10º
Estaba allí estudiando, cuando de repente, en un momento, llegó la noticia de que no volvería a abrir el colegio hasta nuevo aviso y que los estudiantes y tutores tendrían que trabajar desde casa.
Al principio sonaba como una gran noticia, pero poco a poco se fue convirtiendo en una pesadilla, debido a que tendría que convivir con algunos seres caóticos más tiempo de lo habitual.
El primer día, o los primeros 15 días de la cuarentena (pedida por el gobierno), todo iba normal, relajado y algo complaciente. No se sentía el estrés ni tanta revoltura de sensaciones.
Pero, después del quinceavo día, las personas con las que convivía, comenzaron a reaccionar con más frustración y un poco de violencia, ya que sus cuerpos no podían despejarse dentro del encierro.
El problema era que cuatro de esas personas, se mantenían encerradas en las cuatro paredes de sus habitaciones y solo salían a hacer sus necesidades o a comer, y ya cuando comenzaron a salir más no eran capaces de convivir con mi hermano, mi madre y conmigo.
Luego de un mes de conflictos y choques con esas personas, la relación comenzó a mejorar un poco. Ya habíamos aprendido a inhalar y a exhalar cuando sentíamos que íbamos a explotar.
En cuanto al estudio, el primer mes fue algo regular, ya que no había concentración suficiente como para comprender las materias o áreas en las que se necesita mucha concentración y dedicación.
Y es algo confuso, porque cuando tenía la posibilidad de concentrarme en esas áreas, estando en el colegio, no lo quería hacer y la pereza dominaba el cuerpo. Muchas veces debemos vivir situaciones difíciles para aprender a valorar lo que se tiene.
Ahora, después de tantas complicaciones, estrés y desconfianza en mí, puedo decir que ha sido difícil, pero ya valoramos el tiempo con nosotros mismos y en la vida.
Al final de cuentas podemos con esto y sabemos que vamos a mejorar cuando todo acabe.